viernes, 1 de abril de 2022

Lo que queda


La ciudad escribe, a veces, nuestros nombres
en las esquinas, pero no lo sabe.

Era el tiempo de las faldas cortas y los calcetines rojos.

Tú viajaste a ese Londres que nunca conocí,
luces de neón, libertad multicolor,
episodios tímidos que estallaron igual que cohetes falsos.

La música brotaba de un altavoz de pino,
el teléfono era un secreto sin voz,
nunca supe con quien quedabas.

Los pájaros de la noche te abrigan,
siempre entendiste volar como un desafío.

Ahora, en la vejez, ya no hay nombres,
ni ciudades, ni música, ni teléfonos ni pájaros,
solo quedas tú en mi memoria.

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