Por los renglones torcidos de la luz fluye abril.
Una elipse en el cielo rojo dibuja el aro hambriento de la luna.Existes en el relámpago recién nacido,
en la curva del instante roto en un desliz de invierno,
eres el frenesí bajo la cúpula de un nombre,
la ceniza hostil que la lluvia moja.
En los intersticios de la luz cae una lágrima
como un verso cae en la rodilla gris de la noche,
tu espalda murmura brasas carnívoras al irte,
sombra que deja un tedio de marfil en el silencio de mi boca.
Como un carro que la nieve cubre de frío
a tu cuerpo de hongo fértil lo atenaza el blancor más puro.
Tañen las campanas una gloria ida,
queda ese aroma de rosal vencido
junto a mi lecho sin voz,
mudez donde habita
el azul de tu rostro.
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