En tu pecho
nacen algas de cristal,
el mar es
vidrio si asoma en un iris,
el mar
lengua líquida de marfil blanco,
mar de
fiebre en la tormenta del sexo,
mar dormido
en tus pezones sin patria.
Un faro de diamante es tu pupila, luz poliédrica
que crea en
los rizos de la espuma brillos de tornasol,
alambiques
que gotean sal.
Peciolos y
arcángeles, nubes de abril,
sangre del
crepúsculo en lontananza,
un cielo de
carmín corona los cirros,
el olor a
cuaderna húmeda del navío varado,
ese rumor
de las jarcias que aúlla contra el viento,
cimbreándose
el mástil como cadera en júbilo,
como gavilán
perdido, como canto de tritón en las esclusas.
Un barco
que en mí navega surca los mares del tiempo.
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