lunes, 11 de abril de 2022

Ciudad desnuda


La piel del agua se agita y brota la nube
como el humo brota del vientre de la llama.
Los narcisos han perdido color, sus pétalos
son glaucos, su tallo un alfiler sin patria. Al
llegar el autobús rojo las palomas se apartan,
picotean los sueños con estudiada quietud,
por la noche beben el alma de los niños que flota
en las fuentes bajo las estatuas ocres que jamás
sonríen. En la plaza no hay sombra, ni árboles
de azúcar, ni grillos muertos, ni tampoco historias
que se dicen al oído, confidencias que en octubre
yacen como hojas caídas, arrastradas por el viento,
mojadas por la lluvia. Me duele si dejo mi huella
en su contorno, porque sé que las calles son un sueño
en los relojes, las iglesias un párpado de piedra,
solo su piel ama el día. Igual que yo, está desnuda.

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