Se traga el
ojo dorado del mar los navíos.
Surcan
galeones y falúas, trirremes
y modestos
esquifes su frágil quietud
de madre
vieja. La luna es una dama de coral,
una perla
de luz recién nacida. El faro dibuja
su haz
sobre la piel del mar. En el rizo de las olas
te busco,
para que tú seas, de nuevo, mi noche.
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