Himen de luna en la cóncava luz, silencio de brizna
que penetra el aire. El órgano, su melodía, es un frágil
murmullo de hojarasca que conmueve a los vitrales.
Charcos en la piel cuadrangular de las aceras,
un ángel sin rostro agita sus alas, las brujas
son de azúcar, visten de negro, su luto es el fuego.
Hay amantes sin labios, perros que miran relojes,
íncubos con alma de níquel, lechuzas en los bolsillos
del transeúnte. Es una noche de magia, en la faz del verano.
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