Luces hojas de calendario en tus ingles,
prímulas de carnaval en tus axilas mansas,
qué color es de azúcar, en dónde los caimanes
del sueño vuelan, cuál la gema vítrea que guarda
el trineo entre la nieve. Responde a la oruga sin voz.
Dile que en tu rostro cavilan las águilas, cuéntale
de la cruz en tu pómulo castrado, seduce al albañil
del palafito, rasga la luz de las almenas invencibles,
roe el vestigio de plata y lapislázuli. Hay un tren
de tentáculos rosas en las vías de tu nombre. Llueve
como un amor despiadado, llueve en la cerviz del haya,
llueve en los labios del capitán insepulto en la llanura.
Pétalos de parteluz caen sobre el pórfido de un columbario,
en la esquina los monstruos azules rezan, un ruiseñor
sin cielo, blasones de mar en la árida efigie de la piedra,
raíz que prolonga su exterminio, en tus ojos las abejas
son de ámbar y cal, qué bien, que al fin, me mires.
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