viernes, 4 de febrero de 2022

El asistente social

 

Nunca se rinde, recorre, impávido, las cloacas del alma.

Ayuda al menesteroso con su corazón en flor, acaricia,

escucha, entiende a la sombra herida,  a la víctima

le da refugio con cariño de madre, acoge a la mujer

maltratada, al mendigo le cuenta los secretos de la vida.

Interfiere como un ángel en la disputa, se entrega

al sufrimiento y le dona guirnaldas de futuro, ama

la pobreza de los suburbios, porque el proscrito

merece apoyo, comprensión, un lugar al sol.

Es anónimo como el viento, es necesario como

un latido, gracias a él, los desdichados, ríen.

 

 

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