jueves, 4 de junio de 2020

Uno no sabe



Uno no sabe qué decirle a la luz.
¿Ave blanca, rayo de amor, bruma
incandescente,
ángel de la claridad?
Uno abre sus ojos y descubre,
una vez más,
el oro limpio, regalo de la luz.
El amarillo es un metal que dora el tiempo,
el día se viste con su capa de fulgor,
la belleza, entonces, abre risueña sus pétalos
y un jardín asoma con su alegría de pájaros.
El sol ha llorado, llora a cada instante,
porque la estrella muere lo mismo que mueren los secretos,
las pasiones y el lento eclipse que somos.
Atardece, la luz recoge su manto
igual que una doncella tímida,
la noche es un ejército salvaje,
un frenesí en llamas,
un decreto de impunidad al que acuden las sombras.
Hay otra luz que reconozco,
luz de bares y faroles,
luz de luna en el río,
palidez en las plazas sin fuente.
Todas las luces son una luz,
y en todas las luces estaré yo,
mientras
aquí
siga.

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