Diablo rojo,
diablo amarillo
de lengua
en llamas.
Destruyes el papel,
los secretos,
el ámbar,
la porcelana
fría.
Humo denso que izas en pavesas la memoria común,
calor de brasa,
color carcomido por el oxígeno inmolado,
tizón de la caoba,
metal candente que se licua,
se arrastra,
come los números del calendario fósil.
Y el ahogo de las polillas
y la sed de las arañas
y todas las huellas del tiempo en el hollín;
y la carne en fuga
como la ardilla
huye del bosque encendido.
Nadie en las habitaciones,
el cristal crepita en su dolor
sin una mueca,
sin los rostros maquillados,
sin el adiós simple de un ángel
que se inmola
en la negritud.
No es fácil asumir cómo se suicida un hogar,
no es fácil
si en sus entrañas mueren nuestros nombres.
*poema dedicado a la casa familiar que se incendió el pasado 6 de junio.
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