¿Qué fue de las agujas y de su pequeño sol que mira al oriente?
Un pedazo de luz gatea en los abismos del almanaque,
los dorados sobreviven y la puerta es un gong de piratas
(a través de la mirilla, reja de azar, contamos los dientes
de esa columna llamada caracol), están aquí mis pies,
mis pobres sedimentos que no gustan de geometrías,
nuestra casa tiene la deformidad propia de los sueños,
lo que es no es(ella hundió tres dedos en la pared malva
y los perdió. Como curiosa arcilla cada mueble responde al tacto
aún después del incendio de la sobremesa esférica).
Tú no ignoras que me debo al santuario de las robustas alacenas de estaño,
a las imágenes que rebotan en fotografías-o trípticos-de una niñez ambigua,
pero no te inquietes, yo ya sé del laberinto y sus engaños,
del acre de las violas que maltratan tus cejas.¿Qué decir
de los juegos, tan distintos, tan iguales a un músculo ausente?
Madre, tus pequeños ojos se parecen a la bondad,
son redondos como las noches frías del sátrapa.
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