¿Es un beso invisible, un llanto de resplandor,
el culmen de la exactitud? El haz escribe su razón elíptica,
la claridad ambiciona el alma de los espejos,
en tu rostro el sol anuncia el cenit de julio.
Se despiertan los trigales, el tráfico, los pájaros,
la comedia inútil del calendario.
¿Cuánto dura la ilusión de este círculo de luz,
en cuál silencio la llama del día invocó a la linde del sueño?
Volverás al calor que imaginaste, siempre fue así
el amarillo que abraza tu nombre. Y, sin embargo,
aún percibes el gong de esa luna sin disfraz
que ensombrece tu deriva con un presagio de negritud.
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