Recorrí los espacios clandestinos de este bar de mala muerte,
para inventarte me hice lámpara,
desde la altura de un techo bajo
se ve la abrupta senda de la caricia,
no hay más que volar con las pupilas sedientas
y dejarse caer entre los pómulos
para llegar al tobogán vertiginoso
del deseo.
Y de allí salir indemne o volver amputado de otra noche
sin espacio o seguir la geometría y tomar la curva,
apretando los puñales, ¿cuántas veces asesiné allí el misterio?
el pelo lacio y los pechos como planetas vagabundos,
el universo de los metros cuadrados contiene soles de neón.
Así ella en su rotación a veces roza mi espalda y el viento
cósmico de sus manos me pide un precio de puta fina
en vaso de tubo largo con gin-tonic de pegamento.
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