Mediodía de Julio.
El silencio de mi habitación se puebla de murmullos:
los puestos del mercado, los bañistas que ríen
camino del arenal, los cláxones frenéticos
que forman una retahíla insana.
No sé dónde estás,
la noche fue un resplandor que pronto murió,
el gusto de la papaya ha dejado en mi boca
tu suavidad y tu miedo, la música resuena en tu rostro
sin que te impida hablar de las dudas, de la inmadurez
o del hastío.
Hay en nosotros puentes que vibran
cuando en ellos se posan las palabras
engarzadas por el deseo, entonces los ojos se buscan
y cualquier escenario es una verdad
que nos posee como un imán.
No sé dónde estás, has salido temprano,
sigilosa como un pájaro que se negara a volver.
Quizá deambules
con la herida de mis labios en tu hombro,
quizá imagines el roce de otras miradas
que no sean la mía.
Mediodía de Julio- sin ti-,
qué azul esta sombra que adivino entre las sábanas,
qué ausencia más absurda la que hoy late en mi reloj roto,
qué lluvia más limpia la que regresa del ayer,
qué infantil mi voz cuando te llama.
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