Siempre hay luz en esta casa.
Y silencio.
Y color.
Y nadie. Y yo.
¿Qué día cae del techo sobre mí,
qué telaraña impone su urdimbre
como una red de rosas volátiles,
qué ayer se eleva desde los zócalos,
dibuja las paredes, me habla
como una lengua amante?
El verano se empeña en ser
un insecto amarillo,
un claroscuro abrasador,
un aire agreste.
Sobre la cama soy piel húmeda que no respira.
En una voz sin voz reverbera tu nombre
que incendia mi desnudez.
Solo hay huecos:en el cristal,
en el armario vacío,
en la cómoda de ébano.
Todas mis fotografías guardan un círculo de ángeles.
Quisiera escuchar el sonido de tu corazón cuando llora
y no es por mí.
Siempre veo luz en esta casa.
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