Vivir en la luz, ser luz o mediodía. Piel nueva
que se abre en poros de ensueño, palabras sin
retorno bajo los arcos de un puente, el rumor
del mar como un cántico de pájaros, la lluvia
que no cesa de poblar el misterio de los segundos
efímeros. Todo eso eres tú, y también lo que no
eres, las ciudades perdidas, el río negro del invierno,
las plazas sin gente, cuando la madrugada se cubre
de luna y hablamos de la vida como si nos perteneciera
y sentimos la proximidad de los cuerpos y esa sed de
ser uno, de amar el frenesí, de desnudarnos con la noche,
con el frío, con la muerte. Vivir en la luz fue fácil, lo
difícil es la inconsecuencia de la memoria.
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