Tus labios dejan en mi mejilla la flor
de un recuerdo. Todos conocen el ritual,
la estrategia del dolor, la mecánica que
la muerte instala en los relojes heridos.
Sé que no hay lugar para la indiferencia
cuando un corazón queda deshabitado.
Más allá de la muerte, en el centro mismo
de la ausencia, crece un árbol sin hojas
que poblará los días por venir. Que
sobreviva su luz como memoria de ti.
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