Me adentro en el crepúsculo de la sangre,
al fondo hay un lago donde viven las historias pasadas.
Tu cuerpo joven es un sol que aleja los témpanos,
resplandece en la duna la virtud perdida,
todavía palpitan los clamores de tu voz como serpentinas fugaces.
Existe junto al aljibe de los recuerdos
un dosel blanco, es el sitio en el que nació el amor,
subterfugio que no olvida sus huellas
ni la verdad que el azar dibujó en la ceniza de la luz.
Ahora es el silencio nuestro orgullo, mutismo que florece
cuando la madrugada arroja sobre nosotros
su manto invisible de oscuridad y luna.
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