Parecen palabras engarzadas en luz
pero huelen como sulfuro en una enagua blanca.
Se adornan, se acicalan con su sabor dulce de raíz florida.
Si yo interrogo el por qué, tu voz dice pájaros, amor y luna.
Pero hay un río que desvía el brillo hacia el barro,
hay serpientes de un azul poderoso
que cimbrean en tu esqueleto deforme.
¿Quién ganará aquí, quizá la bífida amargura del desdén
o se adivina el tronco improbable de una madurez que asoma?
Escupe si quieres vocablos sin orillas,
la verdad elige su mortaja y en ella vence el olvido.
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