¿Será la luz, un beso de luz?
Hay un instante de languidez que dura,
tu perfil ambiguo aún no regresa
convive con el aliento de la claridad,
duerme bajo un microscopio
de ninfas o ángeles en cruz.
Avanza el rostro del día,
cubre ahora la sábana con la lengua de albor
que el espejo difumina en los ribetes sombríos.
Pero yo estoy junto al algebra
que tu postura anuncia,
interrogación bajo los codos,
el vientre desprevenido,
los omóplatos quebrados por el ángulo,
tus rodillas ágiles
contra mis rodillas sin patria.
Al ovillarte enciendes una siempreviva en los párpados,
te acuestas en el silencio,
el neceser que medró en la penumbra
rebrota ajeno a ti
como una flor amarilla.
En el dosel taraceado
yo dibujo un sur de golondrinas,
tu elocuencia son las uñas curvadas
contra el reloj que miente.
Dejemos que la mañana no busque afuera el confín,
me desdoblo en ti igual que una historia anterior,
una historia que no anuncia fugacidad,
un rebumbio donde abrazados
la veloz estrategia del tiempo persista;
volátil grito que se eleve
hasta el lugar en que los fuegos artificiales iluminan
los espacios y la virtud, las esperanzas y el soliloquio
de este soñador que sueña.
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