Y dime, quién nació en la sombra,
quién con su cuerpo de brizna
pobló los espacios del silencio.
Como un intruso en la galanura,
como la mosca que descubre un pasillo sin salida,
como el aire viciado por la luz,
así la imagen sin espejos
que recorre insolente mis arterias.
Sé de la piedra y de las hachas que iluminan
el orden fugaz, a menudo los coros llegan con prontitud
y címbalos y chirimías recitan en mi interior
una salmodia de astucia y frenesí.
¿Un recorrido es una nube sin rastro?
Pasan junto a mí las doncellas y sonríen,
los escupitajos y el relinchar de las caballerizas,
éste sinsabor de ásperas frutas ya me elige,
mi razón es la anacronía, mi verdad un sueño.
Se izan las copas de pedrería como lábaros de fulgor,
en la penumbra donde me escondo las arañas
se precipitan sobre mí
igual que una niebla sudorosa,
nunca existí entre los pliegues del castillo,
nunca mi voz se oyó bajo las arcadas
de su cúpula innombrable
nunca fui el fantasma de su glorioso ayer,
ni mi memoria será jamás la memoria
de un tiempo que aniquila la luz
con el yugo inmortal de la espada.
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