Hay un dios, hay un dios que se refleja
en ti, porque vivir es buscar el epicentro
en el que giran los sueños y los días,
planetas prohibidos, satélites ignorados,
asteroides florecidos en el misterio infantil
de tu cuerpo, una voz, un ayer, un recuerdo
enraizado bajo el silencio de todos los silencios,
en la muerte y su dolor, en los poemas que
no sobrevivirán al olvido ni a esta añoranza
de ti que como un ángel de luz se dibuja en
el azul y en el efímero deslizarse de las horas.
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