La humedad de su sangre viaja. ¿Qué forma de ninfa,
qué caballos, qué alfanjes, qué rostro sin rostro,
qué episodio lunar en las alas? Si veo, si me veo,
estoy en la esquina que huye, si te veo eres el centro
de una pompa en éxtasis. El aire, el aire amigo
se ausenta y son un rebumbio las rotas imágenes
-cabalga la luz, el sonido hiere, el sol se arrebuja-
del ayer y la tiniebla, del recuerdo y la fantasía.
Que no cese la kermesse, que vivan los animales
en el algodón arrebolado, que un arcángel detenga
su sombra en esta isla azucarada y dibuje en el cielo añil
mensajes de ternura, juegos sobre el azul, un polígono
de organdí que me obligue a ser la mirada irreal
que no sufre, el iris poblado de historias que solo
pueden ser contadas al trasluz del crepúsculo,
en la hora bruja de los cometas.
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