Están aquí antes de que asome mi voz como un alud.
Hablan pero no hablan, escriben en las paredes
el idioma del tiempo, imaginan luces que duermen.
Yo escucho la canción de las palabras amables,
otras veces el grito y otras el silencio. El silencio
es la música del perdón, la misericordia de los ángeles.
Veo bocas, labios que pintan el aire, indeciso no me acerco
porque hay niños que susurran como gardenias blancas
aunque sean la misma locura que miente.¿Quisieras tú
que yo fuera el alguacil de esos verbos que no construyen
frases nobles, un emisario hacia la inquina, un roedor
de sentimientos, el decreto que proscribe la libertad
de decir? Me llegan murmullos aquí y allí, juntos
pudieran ser un mapa de olvidos y renuncias, de misterio,
apoteosis, candor, odio, mansedumbre, hastío o felicidad.
¡Qué importa si solo es música su calibre en el caos, esta oda
que me traspasa por no entender su latitud, el significado
oculto de unos adjetivos que transcurren voraces igual
que la fugaz caricia de la noche!
No hay comentarios:
Publicar un comentario