Del deseo de aparecer quedan sílabas desnudas.
El arte de los cuerpos es el arte de la memoria.
Como superpuesta la luz perfila tu seno. Estás
aquí como una llave infinita que no cesa de abrir
el surco de la noche. Ante la luna los monstruos
crecen, son labio húmedo, la cruz de una palabra
sin regreso, una cohorte de hormigas que han perdido
la fe. Me entrego al mar de tus alas y finjo que no
soy la estatua pálida de una isla que sufre el huracán
altivo de tu nombre, el desorden náufrago de un amor
celeste entre tus piernas de esmeralda.
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