Con sus cabellos de plástico el árbol me mira.
Callado, sombrío, su desnudez me asusta. Pronto
brillará con luces de esperanza, cantos de amor
y deseos de paz. Después morirá como un ángel
dócil y pasará un año y vendrá otro. Hasta que ya
no estemos, hasta que ni el eco de una palabra nos
nombre.
Bueno. Esperemos que estemos aún aquí.
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Bedos.
Yo también espero que algunos años al menos. Gracias y un beso.
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