Nunca me leyeron cuentos.
Nunca el silogismo de la vida
vistió una capa infantil.¿Qué se
aprende de la inocencia cuando
el encanto y el aprendizaje no son
máscaras reales? Nunca me dormí
soñando con lobos, castillos, brujas
o hadas, ni sentí el aliento del ogro
en mi pequeña nariz. Jamás la venganza
fue un dulce de miel ni vi a la princesa
jugar con los niños perdidos. ¿Soy tan
extraño, acaso?
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