domingo, 7 de junio de 2015
Duermevela sin ti
Me da miedo esa luz que no calla.
Son las horas del silencio
el pálido reflejo de una ausencia.
Si tú quisieras, si los labios
como un furor de cristales
hablaran lentos, dulces,
en flor igual que niños sin cédula,
ojerosos por la pátina
de ese corazón que se entrega al vacío
y lame la aventura de ser crisol
en los ojos limpios del abrazo.
Así te sueño
en la melancólica penumbra del solaz paraíso
con los párpados yacentes y las grecas caídas,
con el terrible insomnio de los espejos
y el pavor imposible de las arañas rotas,
con la memoria de un ayer desvanecido
que atraviesa el mar que no conoces
para envolver tu orilla de caracolas azules,
de susurros tránsfugas.
Estás en los objetos que no existen
porque hay alma en el perfil
de lo que quisiera vivo.
Alli colgaré el manantial de la risa,
tus palabras como campanillas
que reverberan en los zócalos heridos,
tus ojos transparentes de tanto sentir mi ansia,
tus manos que se desdoblan
como ávidos murciélagos
en el sinfín de la mirada.
Jamás será tan poderoso el fruto del dia.
Y si el devenir desarraiga con su desdén la lujuria
y nos convierte en palidez y desamor,
recuerda que en los besos del aire
nuestros nombres sin patria
viajarán hacia el olvido
o hacia la eternidad.
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