jueves, 18 de junio de 2015

En mi ventana

Yo te dejo la palabra en mi sed.
Juegan las manos con el solsticio
tras el crepúsculo de la luz. Es asi el
vidrio, una luciérnaga o un espejo
sin edad. No sé de la memoria de
otras voces, el silencio es un don
o una muerte o la aguja de las horas
inconfesables. Afuera llueve, responden
las arañas de este candil con lágrimas
de insomnio, música sin éxtasis en caballos
de agua. Volveré a tu huella como un camaleón
que subió las escalinatas impúberes antes de la
iluminación del incienso y los círculos. Siempre
hay jazmines de orgullo bajo cítaras sin luz.
A menudo es tarde en los ojos de la lluvia.
No existe otra interrogación que tu adiós.



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