Hay una profunda sombra en el espejo.
Te miras como un duende sin pasado,
te vuelcas en la orilla del azogue, desnudo
de ayer, y te crees un príncipe en la aurora.
Que llueva la lucidez en tu canto gris, que
la hojarasca descubra sus hilos de angustia,
que se revele, al fin, la exactitud de tu miedo.
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