viernes, 12 de junio de 2015

El extraño

Quiero ser yo y no puedo.

Me desvivo en lo que vive
como un fanal sin luz.

Detrás
la góndola de un país no conocido,
los puentes que cruzan sus brazos de árboles rotos
o rios de un verde que no atisba la raiz
del color.

Su tiniebla.

Todos los países son este rubor que me acompaña.

Como un perro las huellas transitan el latido,
el amor constante de la muerte.

Mi sed desactiva el paisaje imperfecto de los relojes
(quisiera tu voz en una plaza desnuda
bajo el manto de los desagues,
en el incendio de las baldosas
cuando la música hereda el racimo
de lo que huye hacia sí
como un oráculo).

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