Sorprende la lluvia el atardecer del aire cuando se ha ido
la última palabra que nombraste.
Ahora el mar ya no escribe en la profundidad de tu huella
su canción de ola febril y en los círculos que trazamos
con la tiza del ensueño no baila el amor su carnaval alegre
de labios que cruzan los pórticos donde se une el alba
de dos caligrafías que desembocan en un delta azul.
En los confines la luz que conocimos es un sol opaco
que ilumina el jardín de las frases sin voz.
El recuerdo es ya quien habla, no somos nosotros.
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