lunes, 20 de enero de 2025

Plegaria al ángel

 

Oh! lágrima que como un orbe traslúcido reflejas la caída

en tu irisada memoria de ángel, duele la perdida paz

del niño que jugó con los alfiles de la ternura, la madre

que arropa los sueños de un porvenir donde la ilusión

tiene alas descubre el frío de la nieve en su hogar

de cristales rotos por el aliento de la pobreza;

el huésped de la noche pisa los charcos del silencio,

arrastra su luna como un exilio por las calles sin fin

de los dédalos, le pesa la quietud de los pájaros

en su abril oscuro; alguien ha perdido un alma

tan próxima a su sombra que es como si hubiera

perdido el revés de su alma, y hay un incomprensible

dolor en todas las lenguas que no dicen nada,

en todos los cristales donde se mira el tiempo,

en cualquier habitación abierta a los días que lloran,

en la cruel ambigüedad de una voz que oscurece esa luz

que nos sirve de futuro; pon tu mano, oh! ángel en la tez

de la espesura, convierte en flor de esperanza el lamento

del proscrito, sé por una vez la caricia que consuela

a la lágrima, regálale al que sufre un óbolo de paz.


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