Por mas que el ardoroso día viene con su lengua de fuego
a calentar el profundo sentir de este corazón herido
hay en el confín del alma estalactitas de hondura fiel,
carámbanos fósiles donde jamás es julio, nieve
por las concavidades internas que una vez fueron
luz de estío, ventiscas que la memoria trae negando
la paz de un refugio, y es como una flor ártica de pétalos
duros el silencio que acompaña a la edad, ríos
quietos como cristal en los ojos que ya no ven oasis
en los desiertos cálidos del porvenir, lagunas donde
patinan desnudos los alfileres del dolor con su piel
de escarcha que reverbera en los horarios sin fin de la melancolía;
tirito aunque junto a mí se incendien los bosques de la vida
con sus hojas crepitando como ángeles de ardor, y es que sin ti
no hay luz ni pájaros que abracen la fría soledad que me inunda.
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