No sabrás dónde el camino se vuelve un mar de espejos,
estás en la niebla y en el sur de las amapolas
ignorado como un aire que fluye por los nombres de las rutas
que holló la añoranza. Te despides de los círculos
de la memoria, del regreso a los paraísos de la ilusión fértil.
No hay luz que guie el insomnio de tu vigilia
cuando observas el horizonte y solo ves cenizas en la nieve,
labios que hablan con la penumbra del olvido
mordiendo los apellidos del alba, atardeceres en los ojos
de lo que fue un oasis de claridad, palabras en el mármol
como vestigios de un mundo que ya no reconoce la sangre
agolpándose en la sien tras el afán por descubrir
los secretos que nos regala la vida.
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