Sé tú el cáliz que vuela impertérrito,
el clavel azul en la testuz del cuervo,
la dentadura del albatros
en la hostia blanca del mar.
Sé la nariz arcaica de la princesa,
el orden de las esdrújulas que sufren el llanto de las
frases.
Sé la razón calva de los sueños y el bombín alegre del
payaso.
Sé el mimbre de la noche, el tronco anular del árbol
que llevas en la cintura, firme bastión que avanza
bajo la pérgola de la luz.
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