Solo se comprende la verdad al morir el sueño.
Tú, mi abrazo en la niebla,tú, la singladura del amor en mis ojos tristes.
Fuiste mi sol en un noviembre de espinas,
el paso de tu cuerpo inmolaba la luz,
dejaba sin sombra a los pájaros,
el imperio de las princesas significó el albor
en los hemisferios de la lluvia
con su candil de agua.
Mi oscuridad rebotaba en tus pechos
y si hablar era un templo,
dioses y aventura crecían en la conversación extendida.
Visitamos la noche con las palabras negras que se vierten
bajo los dinteles de un insomnio de alacranes.
Y llegaba la espuma del mar
y el acento del amor en el eclipse
y las gaviotas locas que aman la música
y no anidan en tus iris.
Palpamos los viajes porque los mapas eran nuestra piel,
construimos un río con dos afluentes rotos,
siempre hay razones que se atraen,
imanes en la sed de los cuerpos,
un canal que une el ansia
con el reloj que anuncia preguntas ya resueltas.
Los episodios del amor son ventanas que se cierran,
y, sin embargo, el amor es un camaleón que imita tu color y el mío.
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