miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historia simple de las edades

Al principio es un brazo quien forma ágil
el ejercicio del péndulo.

Ojos que contemplan el misterio pero no dan
razón ni habla.

De súbito transitas como un dios,
alegre, perdido entre las cosas sin patria.

Hoy es el juego tu virtud, mañana las verdades
aprendidas enlazarán una alfombra de héroes secos.

Crecerá el tallo y revivirá la sangre
y comprenderás al fin que estás vivo.

No tardará el deseo en abrir sus alas, tu cuerpo poderoso
sonreirá a los músculos, a la voluntad, al imperio
de los vasos jóvenes.

El horizonte será un punto difuso, tus pies de equilibrista
no recordarán el sueño de los cometas.

La madurez buscará la carne dentro de la carne, el hijo
que es la risa, la plenitud inesperada.

Has medido mal, ya la edad te nombra como eclipse
y pesa el murmullo de lo inalcanzable como un gong imberbe.

No te preocupes si la matemática de los días ha naufragado.

Ahora con el peso de la madurez en las costillas recuperas
el corazón alado de la memoria, su devenir de ungüentos,
la dulzura de los mapas que ya no existen.







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