¿Has visto los alfileres de la palabra incrustarse en tu nombre?
Diques níveos en los ojos, ¿sudas tú con el jirón de la vieja piel
como mordiendo la sed del tiempo?
Contra el aire el metal del corazón,
contra la inclemencia el sostén de la raíz,
contra el oráculo la voz libre.
Arden los bosques y tú ya eres, ceniza no,
humus bajo el sol del estío
con la llama que en ti
se vuelve alfil de luz
en los retoños
por venir.
Ve
cómo se iluminan los caminos
en la ciega la noche.
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