No sabes que lo tienes, es tan sutil, tan breve,
tan tuyo como un gesto perdido. Sin embargo
se expresa en el silencio o habla sin la necesidad
de volverse luz. Un día lo muestras hacia la vida,
sin doblez, sin los clamores ni el aplauso artificial
que estalla en los oídos opacos. Puede ser la palabra
que arrulla al anciano, quizá un juego de malabares
que abre la sonrisa de un niño triste o una mirada
que comprende que el dolor se comparte como
el pan de la noche. Tú tienes un don y no lo sabes,
un don que huele a bondad, esa flor tan extraña
que brota del sueño de los corazones blancos.
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