Aquí yace el pájaro del silencio,
su nido, su horizonte habitan en mí.
Vuela hacia dentro y desconoce la palabra.
Se aproxima al corazón como un céfiro.
Me dice que él es el yo que se ausenta,
susurra en mi oído un canto inaudible
y a veces me azota con su látigo mudo.
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