Atenazado por el espejo que llora.
Lo que querías era una imagen que
azuleara la transparencia de la lluvia.
Al sentirte, el dibujo se alza, te besa
y tú te conmueves como un niño sin madre.
Si el ayer fue un faro de cristal, no imagines
huellas en la sombra; hay luz en el silencio
de cada estallido del azogue y su locura.
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