A mi hijo
¿Cómo es la luz que no vive? Ramas antes
que árbol, la apariencia de una piel que se mira
dentro desde la niñez fósil. No crecerás virgen porque
el destino es un tallo que se quiebra, quizá el viento
te enseñe a caminar entre las sombras. Quizá el aullido
sea un ropaje que te cubra para siempre. Algún día
los cometas caerán sobre ti como magnolias dulces,
será el tiempo de la madurez, la fruta que aún no
has comido. Que suene mi voz en la conciencia
que te llama, que los ejércitos de la verdad pueblen
el azul que ocultas. Al fin son globos en el aire
los ecos del día y no habrá futuro para ti hasta
que escuches al sol deletrear tu nombre.
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