Un fino hilo
une la corta distancia que existe
entre estas dos botellas de plástico.
Yo no lo veo,
aún así siento cómo está vivo,
siento cómo lo recorren las invisibles hormigas
que antes poblaban mis ventrículos.
Siento su electricidad,
la recta y ominosa sed del fluido
que no para, que no para,
que no vuelve.
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