No hay nada de particular en ti. Tu cuerpo no
es grande ni pequeño, tu voz no cautiva ni seduce,
tus ojos son oscuros como una mancha indolente.
Cuando caminas las olas del aire no te acompañan,
cuando alzas las manos se ensombrecen los árboles,
cuando quieres escribir algo genial, divertido, triste,
las palabras se confunden con garabatos ciegos que
nunca llegan a poblar el alma virgen del lector. No,
nada hay de particular en lo que eres, ni en lo que has
sido, ni en lo que serás. Comprende, pues, que en esta
fila en la que vives el orden es crucial(huella tras huella,
armonía de coros, bienaventuranza del abrazo),su seguridad
te invita al no pensamiento, a la no rebeldía, al no discurso.
Para ti solo existe una forma de ser feliz, no la desprecies
porque nada hay de particular en ti, nada.
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