viernes, 28 de agosto de 2015

Días de agua



Yo llegué al sinsabor de la lluvia
como un hombre de Egipto.

Aprendi a llorar con la sed de los canales,
con los tejados anfibios de la simulación.

Y comprendi el verdor de las estatuas,
la fiebre de las alcantarillas,
los ríos sin nombre que crecen
en los intersticios del miedo.

Mi anorak es amarillo
como la caricia del otoño.

Mis ojos brillan
entre la multitud de nubes
como un ángel en su exilio.

Toda la humedad calla
cuando las horas gritan la noche,
entonces un crisol de silencios escribe su oratoria
entre pórticos y plazas, bajo las lágrimas
de los leones de piedra.

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