Hay un recuerdo pintado de blanco, el pasillo
de un viernes sin atmósfera.
Todo empezó como empieza el circulo mágico del adiós.
Ritos y penumbra, juegos infantiles como ecos
de sarna azul.
Pero también las canciones abstractas del adoquín,
camino de los días iguales
en senderos sin estatua.
¿No dormirá el sinsabor de la piedra su última alabanza?
Transitorio es el fluir de este gas perpetuo.
Otros nombres sustituirán al nombre eterno, sus mejillas
son verdes como el antifaz de la sedición.
Mi piel recordará lo luminoso de esos días perdidos
que la juventud engalana con el misterio leve
de una cicatriz que aún nos encubre.
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