martes, 19 de noviembre de 2024

Tu dolor

Tiene tu llama un eco silencioso por donde la savia del tiempo

circula con la avidez de un fluido que le grita a la aurora,

y en la lágrima el agua negra tiñe el pómulo inocente,

y en el horror del azar un rayo de púrpura se clava

sobre la inocencia del pálpito, atraviesa el cáliz del corazón

con su filo de luz, calcina la carne rosada, pura, en ritual

de especie, muerde la flor de la llaga, fluye el rojo

como un diletante carmín de desazón y perdida,

y en el rosal del alma un frío de nieve en agonía,

un canto de pájaros desnudos de paz,

una cicatriz abierta al crepuscular quejido,

se instala en la noche como un ay! siniestro

que es ya, en tu voz, la salmodia inerme de un ángel.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Las inquietudes de un hombre simple que otea el final de su vida

 No sé qué decir. Hay preguntas insondables que lanzamos a un pozo del que solo se ve la negrura. ¿existe dios? ¿soy libre? ¿por qué morimos? ¿es el alma solo pensamiento? Ahora que la vejez está tan próxima me preocupa la existencia de Dios, simplemente porque la muerte empieza a abrir su puerta ante mí; la muerte es un hecho, una certeza, Dios es otra cosa, Dios es fe o razón científica, muchos teólogos, muchos hombres de ciencia han intentado armonizar esas dos vertientes aparentemente opuestas de la vida( Teilhard de Chardin, sin ir más lejos)¿lo han conseguido o solo se trata de una construcción tan intelectual como moral?. Moriré sin saber nada más allá de lo inmediato, seré pasado, mi cuerpo hablará por mi, putrefacto y al fin convertido en polvo(polvo seremos y ya no enamorado)o en ceniza, vago recuerdo seré que el tiempo y el olvido fulminarán ineluctablemente; eruditos, filósofos, escritores en general, personas extremadamente inteligentes han negado radicalmente la existencia de Dios, Dostoievski con su “si Dios no existe, todo está permitido”, Nietzsche que no solo lo negó sino que lo mató(Dios ha muerto), Marx, Freud y bastantes otros que ahora no me vienen a la mente o que ignoro; o bien han puesto en cuestión la fe a través del sentimiento trágico de la vida(Kierkegaard, Unamuno...), no soy un teórico, estoy lejos de la intelectualidad, no sé qué decir ante la muerte y ante la existencia o no de Dios, soy una persona simple que no tiene miedo a morir(si al dolor, claro), pero es muy cierto que una pregunta, casi infantil, me inquieta a día de hoy profundamente(cómo será entonces mañana si aún continuo en este mundo),¿soy buena persona?¿he merecido la salvación si es que esta existe?¿me quemaré en las llamas del infierno cristiano por toda la eternidad(el infierno de los otros, como cualquier humano, ya lo he vivido). La lógica, la evidencia, la razón y hasta el instinto(no el de supervivencia, sino el de la no trascendencia) me dicen que todo acaba con la muerte, sin embargo una especie de atavismo va creciendo en mi interior, un temor ancestral e inexplicable(racionalmente) hace que cuestione lo que he hecho, lo que he sido en la vida. Ese miedo me aproxima a la filantropía, a la ayuda al prójimo, material o espiritual, pero por eso mismo me enerva su falsa raíz de última hora, el egoísmo que encierra: daré dinero a la beneficencia, colaboraré con alguna ONG para ganarme el cielo..., solo por si este existe vaya usted a saber... Creo firmemente, y sobre todas las cosas, en la justicia social, en el reparto equitativo de la riqueza, en la ayuda y la solidaridad entre los semejantes como principios que han regido mi proceder, por eso he tratado de actuar en la medida de mis posibilidades en consecuencia(siendo la honestidad, la probidad, mi bandera), aunque he de reconocer que he tenido también mis pequeñas miserias, ¿quién, no? ¿es suficiente para morir en paz? Ruego a Dios que así sea, ya veis que aun creyéndome agnóstico la educación que cada uno recibe tiene su peso en el alma.

domingo, 17 de noviembre de 2024

La mirada

 

En lo más hondo el lago donde vive la imagen

que guardas de mí, detenida en un gesto de mármol

como estatua que no parpadea ante la luz,

con la serenidad ancestral de la mujer que se sabe

dueña de los ciclos del amor viertes en la distancia

el conjuro que derrota a mi corazón solitario;

de pronto el iris enciende su esmeralda,

la pupila su candil negro, la córnea su mar

de cristal y ya eres la luz que atrae a mi sombra

con el tenue resplandor de unos ojos

que fijan en mí su mirada.


sábado, 16 de noviembre de 2024

Pájaro de olvido


Ni el rastro, ni la huella revelarán la huida
de tu nombre por los ríos del olvido, candidez
al repetir la ilusión del sendero, vas como aire,
sutil cabriola de ángel por las calles vespertinas
con el paso breve de la infancia repetido en pisadas
que juegan a desdecir la hilatura que teje en la sombra
un canal donde la sed de mi alma se extravía,
donde seguirte es ardid de un cauce insólito,
donde, ni el sol ni la luna, iluminan los oasis del ensueño;
allí en los pantanos que la memoria cubre con silencios de cristal
está la errática visión de tus alas, ave en el trasluz de mi ansia ciega.

Ya no entiendes casi nada

 

La enfermedad estira tu piel, la convierte en mueca.

Dentro, los huesos, las glándulas, los fluidos recuperan
su memoria de multitud que avanza como hormigas
azules.

¿Qué edad, qué perfil del tiempo atrapó tus guiños de adolescencia
o selló la maldición de diez palabras que a partir de ahí
cautivaron tu mente?.

Cuando el hombre brota, se anuncia, se exhibe, crea sus raíces,
su imagen y su ser.

Cuando la persona enfrenta los hechos de la vida con titubeo propio
de criatura, entonces es la verdad(la única verdad que pasa como el aire
o la brisa imperceptible)una flor de espinas y de colores
que mudan como si el azar tuviera cien máscaras de líquido
o fuera la luz la que ante ti formara espectros o alguien
nos negara el sueño de la sangre o de la sensualidad satisfecha.

La aurora te salva cuando buceas en su esqueleto y encuentras
la complicidad de los cuerpos, las frases a veces limpias, otras volcadas
al dolor(igual que este vagón que chirría y avanza indomable, rutinario).

Ya no entiendes casi nada, porque la vejez confunde en ti los gritos del mar,
la pasividad de los puentes, las plazas pequeñas o grandes, coloreadas
o grises, silenciosas o pobladas como enormes círculos de jauría.

Si, todo es confusión cuando caminas sobre ese magma de ciudades
que te han habitado y piensas que en algún lugar del cosmos ya no habrá
memoria, ni duelo ni presencia, porque aunque no lo quieras reconocer
eres pasado vencido, contemplación de piedra, mudez del alma,
soliloquio de los elefantes que traicionan su duda y admiten su fin.

Llueve otra vez la misma lluvia, moja los recuerdos, parece
como si esperaran la caída de un nombre, quizá el tuyo.

viernes, 15 de noviembre de 2024

El engaño del espejo

Hasta el fondo llega la mirada que busca la raíz del tiempo

en una imagen sin presente, y es la memoria quien entorna

los párpados y fija en la lisura del azogue los contornos de la piel,

les da color, brillo, pátina de esqueje de lo que será árbol de ramas viejas,

pero que hoy revive en la faz amiga de un cristal pulido, el mismo espejo,

la misma habitación, idéntico el amanecer, el claro fulgor de la luz,

el aire que inspiro y espiro, yo aquí sin ser yo el que se ve, sin la voz

que ahora imita la voz del joven que fui aunque ya no se parezca a la mía.


La herida interior

Es tan suave, tan persistente su fluir como un eco

en la densidad del latido, llaga que no cerró la marea

indolora de los días, perfume que inhalo como una flor

de nostalgia, voz de humo que penetra en el pulmón

del pensamiento para ennegrecer los rescoldos de una paz

que ha perdido la luz en los candiles de mi memoria.