Algunas veces tiemblo por ti. Estás cerca
como un cuerpo de piedra y no logro ser tú.
Me dan miedo las horas señaladas, los silencios,
el mundo sin nosotros. Quiero compartir una voz
en un aguacero, la risa en los portales, el espejismo
de las ciudades que fuimos. Algo sobrevive en los adioses,
quizá el desamparo de una perdida anunciada o ese metal
que dora el tiempo con sus clavos de nostalgia y sus rombos
sin paz. Siempre estaremos en los ríos que no cesan,
en los paisajes vibrantes, en los ocasos que nos nombran
como desconocidos que han puesto una semilla en los relojes
inmortales, esos que, tú ya sabes, viven en nuestro corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario