Me hubiera gustado escribirte y poner
en un papel la palabra amor. No para ti
que ya estabas lejos antes del olvido, no
para las hojas de aquel parque que temblaba
en el invierno como un corazón solitario. Me
hubiera gustado que la palabra encendiera el
canon del futuro (sin armas, sin embalajes,
desnuda como el aliento). Pero la palabra
es un pájaro que nadie sabe adónde vuela
ni el suburbio dónde duerme, ni acaso la
insensatez de ser luz en un paraíso imposible.
Ya ves que no hay dudas desde la piel ajada,
han corrido estos años como galgos frenéticos,
entre páramos y a veces jardines cuyo color
disfrazaba la noche, dibujaba entre la simetría
de las estrellas una almohada mullida donde
reposar el delirio. No me ofende que tu rostro
nunca haya mirado la generosa raíz que como
un presente envolví entre las canciones que
amparaban tu ausencia, o reproducían el instante
en que igual que un eco refractario intuías la fácil
huida que es tu signo. Me recuerdas el cansancio
de las ventanas que ya no saben que un paisaje
rota; pero siempre se ofrece largo, móvil, insomne,
para que tu seas el espejo de ese flujo de arco iris
en que se convierte el silencio sin ti.
Bello texto. Me gustó. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Amapola. Un beso.
ResponderEliminar